martes, 17 de junio de 2008

Distancias

Es extraño sentirse lejos. Quizás me sucede desde hace bastante tiempo y no quise verlo. A veces hago esas cosas. Niego, es evidente. Pero la negación tiene un vencimiento.
Ahora noto la distancia. No las diferencias. Las diferencias enriquecen las relaciones. La distancia la pone la forma extrema de pensar, de hablar, de juzgar.
Y entonces, cuando siento rotundez en las palabras del otro sobre situaciones que me atañen, ¡piuuuuuum! me alejo inmediatamente.
Y me invade una tristeza difusa, confundida.
Cuando pasa el tiempo me doy cuenta, ¡upa, que soy viva! que todo se va modificando. Que las relaciones cambian, la gente elige cosas muy distintas a lo que una elige y a veces eso se hace complicado de manejar.
Yo también soy rotunda en muchas cosas, poco tolerante. Es cierto. Pero no acostumbro ponerme a dar cátedra sobre lo que pienso que está bien o que está mal.
Tal vez la equivocada sea yo. Quizás sea un poco paranoica, también.
Pero la verdad es que cada vez que alguien da una opinión categórica sobre algo que me toca a mí, me rompe las pelotas. De hecho, en realidad creo que me rompe las pelotas porque me doy cuenta que me aburro.
Que la soberbia del otro de creer que lo que está diciendo es lo que vale, me duerme.
Y eso me entristece.
Y me aleja.